¿Una experiencia inédita?

por Josep Piqué


Los humanos tenemos la propensión de creer que todo lo que nos sucede no tiene precedentes y que nos enfrentamos a situaciones nuevas que nos llevan a pensar desde cero lo que tenemos que hacer.

Estos días oímos muy a menudo que el mundo, después del COVID-19, va a ser muy distinto y que estamos ante un cambio de paradigma político, económico y social. Y que tenemos que reformular nuestra manera de pensar, de actuar socialmente y de ganarnos la vida, porque nada volverá a ser como antes.

Sin duda, habrá cambios y algunos de nuestros hábitos se modificarán. El teletrabajo, la comunicación on-line o la adopción de ciertas precauciones sanitarias en nuestras relaciones sociales, han venido para quedarse e intensificarse. Pero es más difícil de creer que cambiará radicalmente nuestro sistema económico, que las democracias liberales van a desaparecer frente al autoritarismo que prima la seguridad sobre la libertad, o que estamos ante el fin de la globalización.

Sobre todo eso, hablaremos y mucho en el futuro inmediato, pero está mucho más ligado a las nuevas tecnologías digitales y al nuevo escenario geopolítico que a los efectos de la pandemia. Por ello, soy escéptico respecto al alcance real de esas predicciones.

Las pandemias forman parte de la historia de la humanidad, y han sido mucho más devastadoras que el coronavirus. Por poner sólo dos ejemplos muy conocidos: primero, la peste negra que asoló Europa en el siglo XIV, supuso la pérdida del 40% de su población. Y fue eso lo que sí produjo grandes transformaciones que ayudaron a la desaparición del régimen feudal y explican, en parte, el Renacimiento y la Edad Moderna. Pero hoy no hablamos, ni de lejos, de esas magnitudes, aunque habrá que estar muy atentos a lo que suceda en África o en América Latina. Y el otro ejemplo fue la mal llamada “gripe española”, al final de la I Guerra Mundial y que supuso la muerte de unos 100 millones de personas (un tercio en China) y que incrementó aún más los efectos devastadores de la guerra.

Ambas tuvieron, también, enormes efectos económicos. Como los que hemos sufrido a raíz de la Gran Recesión derivada de la crisis financiera iniciada en el 2008. Entonces, también se habló que nada iba a volver a ser como antes. Y algunas cosas han cambiado, entre otros motivos, porque hemos aprendido. Pero como en la gran película de Fellini, “ e la nave va…”.

Todo esto está siendo muy duro, y lo peor, desde el punto de vista económico, está por venir. Pero si se hacen las cosas bien, la normalidad volverá hacia finales del 2021 y veremos una recuperación a partir del último trimestre de este año.

Así pues, volveremos a volar, volveremos a los restaurantes y a los hoteles, y nos volveremos a abrazar y besar con los seres queridos. El “adanismo” siempre ha sido mal consejero. Aprendamos y respetemos el pasado, reaccionemos correctamente y seamos conscientes de que esto también lo superaremos.