Tras la gran reclusión
por Emilio Ontiveros
La semana previa al obligado confinamiento tuve el privilegio de compartir con Senén Barro, uno de los principales expertos en inteligencia artificial, el acto de presentación de mi último libro (*) en la fundación Paideia, en La Coruña. Ya disponíamos de señales sobre la gravedad de la epidemia, pero no podíamos imaginar que terminaríamos literalmente recluidos, durante más de un mes. A decir verdad, durante la conversación que mantuvimos aquella tarde en diversas ocasiones emergieron dudas acerca de la capacidad de los gobiernos individualmente para afrontar una crisis como la que se nos venía encima, pero en especial con sus consecuencias a medio y largo plazo. Eran dudas que tenían que ver con los resultados cuestionables de la gestión de la anterior crisis, la de origen financiero que se inició en 2008. Hoy, cuarenta días después de aquella conversación, esa es la cuestión más recurrente que me surge en este aislamiento.
La realidad que ha ido emergiendo cada día durante las ultimas semanas no deja de ser impresionante en ámbitos muy diversos, desde el estrictamente sanitario al que más cercano me resulta, el de la evolución de las economías. La severidad de los datos contemporáneos está dejando lugar a la inquietud por el día después a la Gran Reclusión, por esa suerte de bosquejo del paisaje después de la batalla.