Conseller de Economía y Hacienda entre 1987 y 1993.
Presidente del Cercle d’Economia de Mallorca 2002-2014.
Financiación autonómica de Baleares
Una historia de presión ciudadana

Alexandre Forcades Juan
Alexandre Forcades Juan se licenció en Derecho y Económicas en la Universidad de Deusto. Fue consejero de Economía y Hacienda entre 1987 y 1993 en los primeros gobiernos de Gabriel Cañellas, aunque había iniciado su carrera política en la UCD. Brillante y polémico, nunca dejaba indiferente. Presidió el Cercle d’Economia desde 2002 hasta 2014.
¿Qué pensó al entrar por primera vez en su despacho de la consejería de Economía y Hacienda?
¡Vamos a por todas! Había muchas cosas por hacer y trabajo atrasado, además de una resistencia al cambio.
Usted tenía un presupuesto que gestionar, pero ¿no podían aplicar políticas propias?
Teníamos unas condiciones de contorno que nos limitaban, pero con ingenio económico y una buena gestión del riesgo, el presupuesto, si se administraba bien, daba margen para aplicar medidas efectivas y transversales.
He leído en una entrevista de 1987 en la que usted hablaba del «colonialismo que sufrimos». Me sorprende en un político del PP.
Estábamos atados de pies y manos. Había que ser valiente para concienciar a la sociedad de que existía un desequilibrio fiscal y económico con el resto del Reino de España.
Su antecesor en la consejería y entonces futuro presidente, Cristòfol Soler, piensa lo mismo y ha acabado militando en el independentismo.
La hacienda pública y el principio de ordinalidad no deberían ser una cuestión de partidos políticos ni de guerra ideológica. Se trata de no descompensar el seguir aportando sin pérdida de bienestar.
Usted firmó un nuevo sistema de financiación autonómica desfavorable para Baleares con la promesa de Madrid de que se firmarían convenios compensatorios. Después, nunca se firmaron. ¿Le engañaron Solchaga y Almunia?
Nos tocó muchos años con gobiernos estatales de color político contrario, que tenían más afinidad con otras comunidades. Fue una época complicada para negociar derechos para Baleares.
¿Estábamos ante un problema de enfrentamiento ideológico, una cuestión de poco peso político o en Madrid pensaban «ya vienen a llorar los ricos de Baleares»?
Sí, y nos acusaron de victimistas.
En 1996, cuando usted ya estaba fuera de la primera línea política, Aznar llegó a La Moncloa y el PP gobernaba aquí. ¿Mejoraron las cosas?
No, no mejoramos.
Si no me equivoco, ante la falta de fondos, usted aprobó algunos de los primeros impuestos autonómicos. Por ejemplo, los que afectaban a empresas contaminantes como eléctricas, de comunicaciones o petroleras. ¿No pensaba que traicionaba el espíritu liberal del PP?
Estas medidas formaban parte de una estrategia negociadora.
La insularidad y la población real eran los dos ejes fundamentales de sus reclamaciones para mejorar el sistema. ¿Nadie le entendía en Madrid?
No, y no conseguimos nada en concreto.
Una de las cosas más sorprendentes es que socialistas y populares presentaban unas cifras absolutamente discrepantes sobre las balanzas fiscales. ¿Cómo se pueden aplicar políticas realistas si ni siquiera nos ponemos de acuerdo en los datos?
Fue imposible aclarar los datos de las balanzas fiscales.
Usted ideó el concepto del «mar balear» –la superficie de agua entre las islas– como parte de la superficie de la autonomía. ¿Era una boutade para demostrar la insuficiencia de la financiación o realmente creía que debía contarse para mejorar en el baremo de financiación?
Eran estrategias para mejorar la financiación balear y ridiculizar la postura del Gobierno del Estado.
¿Cómo recuerda la campaña iniciada en 1995, cuando era presidente del Cercle d’Economia, para conseguir una financiación justa?
Partiendo de cero, buscando la forma de avanzar con la implicación de la sociedad balear.
¿Quiénes le entendieron?¿Quiénes siguieron dando la espalda a las demandas de Baleares?
Finalmente conseguimos la implicación de la sociedad balear con un pacto fiscal de país, pero el Gobierno del Estado siguió dándonos la espalda.
¿Cómo ve la situación actual en cuanto a la financiación?
Queda bastante por hacer.
¿Qué debería tener en cuenta un sistema que sea a la vez justo y solidario entre autonomías?
Copiar los modelos de países descentralizados que tienen sistemas que han funcionado, como Alemania.
Entrevistas
Algunos protagonistas de este proceso, entrevistados por el periodista Joan Riera, nos ayudan a comprender el camino recorrido y lo que queda por hacer.