La economía también se enfrenta a las consecuencias de la pandemia del COVID-19 en una lucha contrarreloj. Las entidades financieras de las Islas Baleares estudian cómo ganar tiempo para que las empresas puedan reestructurarse y evitar el cierre.
Jesús Fernández, director general de la Sociedad de Garantía Recíproca (ISBA), reconoce que la crisis económica de «ingresos cero» que ha provocado el COVID19 en el tejido empresarial no cuenta ni con precedentes ni con una experiencia previa: con los gastos de inversión comprometidos y los stocks llenos, el confinamiento de la población dio lugar a cancelaciones en bloque, comercios vacíos, paro técnico de la producción e inseguridad laboral.
Fernández explica que, aunque la economía balear ya había despegado desde la anterior crisis y se reponía con asiduidad de turistas, crecimiento de la construcción y la cifra más baja de morosidad de los últimos doce años, la incertidumbre ante la posible duración de los efectos del COVID es dramática.
Las soluciones a aplicar, destaca Fernández, pasan por una suerte de «congelación del tiempo» que dote de liquidez a empresarios y autónomos, alargue el vencimiento de los plazos de pago y los periodos de carencia y permita pagar a los proveedores, mantener la plantilla de trabajadores y evitar el cierre total.
Para ello, la entidad que dirige se anticipó a procurar líneas especiales de crédito a negocios viables que facilitaran una especie de hibernación necesaria para aguantar durante la pandemia y frenar los concursos. Según Fernández, uno de los problemas endémicos de las empresas en el Sur de Europa y que lastra su financiación, pues la normativa europea impide su apoyo, es la situación patrimonial negativa o falta de capitalización de pequeñas y medianas empresas que no podrán desprenderse de activos y conseguir recursos.
En ese sentido, Fernández apela a la flexibilización de la normativa en la búsqueda de financiación adicional mediante préstamos participativos y diversificando operaciones para no perder el valor y el conocimiento de todas las empresas golpeadas por esta crisis. La duración de la incidencia del COVID19 será esencial para poder evaluar el impacto en la estructura empresarial y su capacidad de resistencia.