Arte contra el coronavirus

por Enrique Barón.

Ministro de Transportes, Turismo y Comunicaciones de España (1982-1985) y presidente del Parlamento Europeo (1989-1992), entre otros cargos de alta responsabilidad. Preside desde su creación la Fundación Yehudi Menuhin España.


¿Puede el arte ayudar ante la presente pandemia? Las imágenes más reconfortantes en la situación de enclaustramiento y temor que estamos viviendo son, sin duda, los conciertos espontáneos que se multiplican en ciudades y pueblos en latitudes muy diversas desde balcones o ventanas. Igualmente, el crecimiento de la lectura, la visión de películas o series por no hablar del redescubrimiento del diálogo, la representación o el juego en el marco de la vida cotidiana.

Sin duda, los actores más importantes en este momento son las mujeres y hombres comprometidos en primera fila como profesionales de la salud en una lucha heroica contra un enemigo invisible y omnipresente. Son ellos son los primeros en reconocer, dentro y fuera de los hospitales, el papel complementario vital  y curativo que tiene el arte. No en vano la medicina es la ciencia dedicada al estudio de la vida, la salud, la enfermedad y la muerte del ser humano, en su dimensión física y espiritual.

El arte no es idílico. En la historia, muchas de las más grandiosas obras de arte arquitectónicas, pictóricas o literarias se hicieron para conmemorar la superación de pestes o guerras. Nuestro fundador, el violinista y humanista Yehudi Menuhin, dedicó su vida no sólo a la música, sino que fue un infatigable luchador contra las pandemias más mortales del siglo XX: el nacionalismo, el odio y la agresión. Su arma fue su violín en los conciertos de inauguración de la ONU en San Francisco en 1945 y la UNESCO en 1948 y su infatigable compromiso como Embajador de buena voluntad.

De cara a la crisis actual, hay dos vías de salida: la primera confiar en un ilusorio aislamiento, un sálvese quien pueda de repliegue y hostilidad que conduce a políticas unilaterales y agresivas. La otra es reafirmar como una sola humanidad que tenemos que hacer frente a un desafío global con respuestas globales y solidarias en lo político, económico, sanitario… y también cultural. Por eso, frente al egoísmo – el yo primero como motor de lucro –, tenemos que reforzar el orden mundial del que la OMS, la Organización Mundial de la Salud de la ONU es un elemento esencial que lucha por un bien público universal.

Por razones de salud pública, el arte no puede hacerse ahora en los espacios tradicionales, desde la escuela a los teatros o auditorios, aunque la inventiva humana está encontrando otros caminos. Pero el confinamiento tiene un tiempo limitado. Cuando superemos esta situación de emergencia, el mundo no volverá a ser como antes y para reconsiderar el frenesí de movimiento e incomunicación del mundo actual, el arte en todas sus dimensiones ha de jugar un papel decisivo.

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